CONCLUSIONES GENERALES
Para
tener una comprensión adecuada de la antropología
filosófica y
de su estatuto tanto en una teoría general de la realidad como en
una teoría general del conocimiento, es sumamente importante
ubicarla en su contexto y tener en cuenta su fundamentación y sus
relaciones con las distintas áreas de la filosofía. En concreto,
resulta sumamente relevante, para dotarla del mayor sentido posible,
presentarla como una cierta metafísica
del hombre en
el marco de las posibilidades gnoseológicas
del
conocimiento de la realidad
y
del modo específico en el que el hombre conoce. La lógica
y
las consideraciones
sobre
el discurso
que
desarrollamos acerca del mundo son
también condiciones
de posibilidad en el desarrollo de una antropología suficientemente
fundamentada.
Por
estos motivos ha resultado imprescindible, en el deseo de desarrollar
una cierta introducción a la antropología de Santo Tomás,
enmarcarla dentro de su concepción metafísica del mundo y del
conocimiento. Partir de las consideraciones sobre lo que
es la esencia no
ha sido algo accidental a esta investigación, sino que precisamente,
es un elemento intrínseco al enfoque que desea proponerse como
hermenéutica
de la antropología de Tomás que
no es otra cosa que un intento por leerla desde el contexto
general de su obra.
Tenemos
que reconocer la gran riqueza conceptual que está presente en el
tratado
del hombre no
sólo por la claridad con la que se abordan las cuestiones, se
resuelven las objeciones, y se preparan las demostraciones sino sobre
todo por la gran capacidad que ha tenido Tomás de integrar en su
esfuerzo filosófico la sabiduría de los
más
grandes
pensadores hasta
entonces conocidos.
La
presentación de la diligens
et subtilis inquisitio de
Tomás, que hemos preparado a través del estudio del Tratado
del Hombre en
el último capítulo,
apenas
ha dado cuenta de una mínima parte y lo ha hecho a modo de
introducción. Si bien hemos dicho que el conocimiento del alma
implicaría el conocimiento de su essentia,
de
su virtus
y
de su operatio,1
en esta investigación solamente hemos tratado de su essentia,
dejando
su virtus
en
el estudio de sus potencias y su operatio
en
el estudio del modo y orden de sus operaciones para otra ocasión.
La
distinción general entre essentia
in universalis y
essentia
in singularis, aunque
no
es tematizada como tal por Santo Tomás, se hace referencia a ella
constantemente a lo largo del tratado del hombre. Esta distinción
nos permite comprender preparatoriamente
tanto
la intención del tratado del hombre como su estatuto gnoseológico.
Santo Tomás desarrolla una teoría
general del hombre buscando
conocer su esencia y por tanto a su essentia
in universalis.
Lo
hace queriendo comprender a todos
y cada uno de los hombres. Se
podría entender que la pregunta qué
es el hombre, a
la que intenta dar respuesta con el tratado
del hombre prepara
al intelecto tanto a la pregunta ¿quién
soy yo? como
a la pregunta ¿quién
es Dios? que
constituye su interés fundamental.
En
relación al conocimiento del singular humano y a las posibilidades
de llegar a conocer la esencia de alguien
tenemos
que concluir que nos encontramos frente a uno de esos grandes
problemas de la filosofía, ante los cuales la razón tiene que
reconocer sus límites.2
La sensibilidad conoce solamente el singular. Conocer el universal
es algo propio de una potencia de naturaleza superior a la material.
El conocimiento del universal es posible sólo para alguien
cuya
naturaleza es superior a lo material.
El
conocimiento del singular
humano implica
el conocimiento del universal
y
en ese sentido requiere las
facultades de su espiritualidad, pero
no sólo eso.
El
conocimiento del singular
humano implica
el acceder a una realidad que aunque se presenta al conocimiento por
su materialidad a través de su corporeidad, es espiritual.
La
inteligencia del
hombre concreto
y su libertad desbordan las posibilidades normales del conocimiento
de los entes.
El
conocimiento por intuición
a
modo del que se tiene de los primeros
principios o
de las cosas evidentes por sí mismas, sin mediación del discurso,
tampoco es suficiente en este caso, pues por intuición
damos
cuenta de la novedad,
unicidad y
existencia
de
la persona
que
conocemos en
su personalidad, pero
no de su personalidad
misma.
Aristóteles
mencionó que el entendimiento en el hombre es algo divino.3
En
cierto sentido parece ser que la propia
naturaleza del hombre,
implica que su singular este por encima de lo universal,
no
sólo en el
sentido
de que este modo de conocer no es suficiente, sino también porque
cada personalidad
implica siempre una novedad no
necesaria
en el orden de la especie, sino fruto de la libertad, y por tanto
única.
No le es
posible a la razón humana conocer a la perfección la esencia de
alguien,
ni
siquiera la de su propia
persona por
más que ésta esté
presente a sí mismo tanto
en su conciencia
como en su memoria.
Sobre
este
problema concluiría diciendo que la personalidad
es siempre un misterio. En
este caso, no sólo hablamos de la personalidad
del otro que
se manifiesta constantemente sin poder dejar ver todo
su esplendor sino
sobre todo de la propia
personalidad que
no deja nunca de sorprendernos, aunque está siempre presente a
nosotros mismos.
Desde el
punto de vista de la razón natural podríamos decir que solamente un
intelecto perfecto, omni comprehensivo, que pudiera abarcar con una
sola mirada la totalidad de las perfecciones,
es
decir, de las cosas que son en el ser propio de cada
hombre, la
totalidad de su vida
en
una memoria
perfecta
más parecida a un entendimiento
eterno,
que pudiera recuperar en su conciencia
la
totalidad de lo que tal
hombre es en su interioridad más interior, podría
conocer realmente y a profundidad a alguien
en
su modo
de ser personalísimo,
en su personalidad.
Por este
motivo, parece ser más conveniente para el conocimiento del singular
humano
uno de los modo que Santo Tomás elige para el conocimiento de Dios,4
el
conocimiento por connaturalidad o por inclinación,5
como una
afinidad natural entre el sujeto y el objeto de la cognición.6
Se
trata, entonces no sólo de una relación cognitiva, sino ante todo
de la
relación entre dos personas que implica también toda la
afectividad.
Finalmente decimos que el conocimiento de una persona no es el fruto
de sólo una potencia (la intelectiva) sino de varias, más aún de
todas las potencias de la persona, junto con una costumbre
o un hábito
que dispone al hombre para el conocimiento profundo de la
personalidad del otro, a través del trato asiduo y constante del que
surge una unidad
en
el amor que engendra.7
Epílogo
Acompaña a esta última entrada el
vídeo en donde aparece la sentencia del tribunal que me otorgó el
título de Lic. en Filosofía. He querido compartirlo junto con la
tesis por varios motivos. En primer lugar porque refleja bien el
ambiente académico en donde realicé mis estudios. La escuela de
Filosofía de la UPAEP (2006-2010) era una comunidad académica
pequeña en donde alumnos y maestros compartían no sólo aula y
programa de estudio, sino el deseo de buscar, profundizar y
contemplar la Verdad. Mis
maestros de Filosofía han sido, para mí y muchos más, auténticos
cooperadores de la verdad, y
a ellos les agradezco el haberme compartido su amor por la verdad,
por la vida, por
el bien, por la
belleza y por la
filosofía. En segundo
lugar porque la última cátedra que
recibí en la facultad, aparece en el vídeo. Ahí, el presidente del
tribunal el maestro Jorge Luis Navarro Campos me exhortó a darle a
la filosofía, a sus interrogantes y a sus respuestas, tanto la
seriedad debida, como el tiempo necesario, no sólo para poder
comprender su valor auténtico, sino
sobre todo, también, para poder entender el significado del don
de la divina revelación: mientras
más profunda sea la experiencia filosófica con todas sus angustias
y desvelos, vivida intensamente como el intento del hombre de
elevarse para comprender el sentido de la existencia, de la vida y de
la historia, más grandioso será el momento en
donde se contemple a la Verdad misma descendiendo
y hablando al corazón inquieto del hombre. Esta enseñanza, la llevo
conmigo, y ha sido un punto de partida en mis estudios posteriores
tanto filosóficos como teológicos. Por último, considero válida
esta ocasión para darle gracias a mis maestros: Jorge Luis Navarro,
Carlos Ramos Rosete, Ramón Díaz Olguín, Gloria Balderas, Arturo
Ríos, Juan José Blázquez, Roberto
Funes, Arturo Guerra, Gustavo Martínez, Ricardo
Gibu, Arturo Luna, Víctor Ramírez. De modo particular quiero
terminar esta serie de entradas con la dedicatoria que aparece en su
versión escrita, en acción de gracias y con gran devoción.
A Jesucristo Rey del Universo.
Bibliografía
Santo
Tomás de Aquino:
Todas las
obras citadas están tomadas de la opera
omnia a
disposición en corpus
thomisticum, recognovit ac instruxit Enrique
Alarcón automato electronico Pampilonae ad Universitatis
Studiorum Navarrensis aedes a MM A.D.
Opera
maiora:
- Summa Theologiae: Textum Leoninum Romae 1888 editum ac automato translatum a Roberto Busa SJ in taenias magneticas denuo recognovit Enrique Alarcón atque instruxit.
- Scriptum super Sententiis: Textum Parmae 1856 editum ac automato translatum a Roberto Busa SJ in taenias magneticas denuo recognovit Enrique Alarcón atque instruxit.
- Summa contra Gentiles: Textum Leoninum emendatum ex plagulis de prelo Taurini 1961 editum ac automato translatum a Roberto Busa SJ in taenias magneticas denuo recognovit Enrique Alarcón atque instruxit.
- Quaestiones disputatae de veritate: Textum Leoninum Romae 1972 editum emendatum ac translatum a Roberto Busa SJ in taenias magneticas denuo recognovit Enrique Alarcón atque instruxit.
- Quaestio disputata de anima: Textum Taurini 1953 editum ac automato translatum a Roberto Busa SJ in taenias magneticas denuo recognovit Enrique Alarcón atque instruxit.
Opuscula
philosophica:
- De ente et essentia: Textum a L. Baur Monasterii Westfalorum 1933 editum emendatum a J. Koch ac translatum in taenias magneticas a Roberto Busa SJ denuo recognovit Enrique Alarcón atque instruxit
- De principiis naturae ad fratrem Sylvestrum: Textum Leoninum Romae 1976 editum ac automato translatum a Roberto Busa SJ in taenias magneticas denuo recognovit Enrique Alarcón atque instruxit
Colationes
et sermones:
- Expositio in Symbolum Apostolorum reportatio Reginaldi de Piperno: Textum Taurini 1954 editum ac automato translatum a Roberto Busa SJ in taenias magneticas denuo recognovit Enrique Alarcón atque instruxit.
Otros
autores:
- Alvira, T., Clavell, L., & Melendo, T. (1993). Metafísica. Pamplona: EUNSA.
- Aristóteles. (2004). Metafísica. México: Porrua.
- Canals Vidal, F. (1987). Sobre la esencia del conocimiento. Barcelona: PPU.
- Coreth, E. (1991). ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica. Barcelona: Herder.
- Cruz Cruz, J. (2002). Filosofía de la Historia. Pamplona: EUNSA.
- Gilson, E. (1952). El Espíritu de la Filosofía Medieval. Buenos Aires: EMECE.
- Gilson, E. (1974). El realismo metódico. Madrid: Rialp.
- Gilson, E. (1982). La filosofía en la edad media. Desde los orígenes patrísticos hasta el fin del siglo XIV. Madrid: Gredos.
- Gilson, E. (1974). La inteligencia al servicio de Cristo Rey. Caracas: UVST.
- González, Z. (1876). Capítulo 3, Propiedades y Afecciones generales de los cuerpos. En Obras del Cardenal González, Filosofía elemental Libro quinto: Metafísica especial, Cosmología. (págs. 201-220). Madrid: Imprenta de Policarpo López.
- II, J. P. (1998). Carta Encíclica: Fides et Ratio; sobre las relaciones entre fe y razón. Vaticano: LEV.
- Lucas Lucas, R. (1993). El hombre espíritu encarnado. Compendio de filosofía del hombre. Madrid: Atenas.
- Octavio, D. N. (1980). Los fundamentos metafísicos del orden moral. Buenos Aires: UCA.
- Pieper, J. (1974). El descubrimiento de la realidad. Madrid: Rialp.
- Ramirez, S. (1947). «Introducción General», Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. Madrid: BAC.
- Raphael, S. (1976). Compendio de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. Burdeaux: Tradición.
- Rogel, H. (2006). Apuntes de lógica menor. México: IFSAM.
- Vernaux, R. (1983). Filosofía del hombre. Barcelona: Herder.
- XIII, Leon (1879). Carta encíclica: Aeterni Patris; Sobre la restauración de la filosofía cristiana conforme a la doctrina de Santo Tomás de Aquino. Vaticano: LEV.
1 “Para
ello la comprensión metafísica sobre el alma abarcará tres
aspectos: essentia, virtus et operatio. La esencia del alma en sí
misma, su fuerza, o su potencia y sus obras o actos” En esta obra,
p. 50
2 “Cognitio
enim contingit secundum quod cognitum est in cognoscente. Cognitum
autem est in cognoscente secundum modum cognoscentis. Unde
cuiuslibet cognoscentis cognitio est secundum modum suae naturae. Si
igitur modus essendi alicuius rei cognitae excedat modum naturae
cognoscentis, oportet quod cognitio illius rei sit supra naturam
illius cognoscentis. Est autem multiplex modus essendi rerum.
Quaedam enim sunt, quorum natura non habet esse nisi in hac materia
individuali, et huiusmodi sunt omnia corporalia. Quaedam vero sunt,
quorum naturae sunt per se subsistentes, non in materia aliqua, quae
tamen non sunt suum esse, sed sunt esse habentes, et huiusmodi sunt
substantiae incorporeae, quas Angelos dicimus. Solius autem Dei
proprius modus essendi est, ut sit suum esse subsistens. Ea igitur
quae non habent esse nisi in materia individuali, cognoscere est
nobis connaturale, eo quod anima nostra, per quam cognoscimus, est
forma alicuius materiae. Quae tamen habet duas virtutes
cognoscitivas. Unam, quae est actus alicuius corporei organi. Et
huic connaturale est cognoscere res secundum quod sunt in materia
individuali, unde sensus non cognoscit nisi singularia. Alia vero
virtus cognoscitiva eius est intellectus, qui non est actus alicuius
organi corporalis. Unde per intellectum connaturale est nobis
cognoscere naturas, quae quidem non habent esse nisi in materia
individuali; non tamen secundum quod sunt in materia individuali,
sed secundum quod abstrahuntur ab ea per considerationem
intellectus” Iª q. 12 a. 4 co.
3 “Si
el entendimiento es algo divino respecto a lo restante del hombre,
la vida propia del entendimiento es una vida divina respecto de la
vida ordinaria del hombre.”
Aristóteles,
Metafísica,
Capítulo
7, Libro X.
4 “Unde
secundum intellectum possumus cognoscere huiusmodi res in
universali, quod est supra facultatem sensus. Intellectui autem
angelico connaturale est cognoscere naturas non in materia
existentes. Quod est supra naturalem facultatem intellectus animae
humanae, secundum statum praesentis vitae, quo corpori unitur.
Relinquitur ergo quod cognoscere ipsum esse subsistens, sit
connaturale soli intellectui divino, et quod sit supra facultatem
naturalem cuiuslibet intellectus creati, quia nulla creatura est
suum esse, sed habet esse participatum. Non igitur potest
intellectus creatus Deum per essentiam videre, nisi inquantum Deus
per suam gratiam se intellectui creato coniungit, ut intelligibile
ab ipso” Iª q. 12 a. 4 co.
5 “Ad
tertium dicendum quod, cum iudicium ad sapientem pertineat, secundum
duplicem modum iudicandi, dupliciter sapientia accipitur. Contingit
enim aliquem iudicare, uno modo per modum inclinationis, sicut qui
habet habitum virtutis, recte iudicat de his quae sunt secundum
virtutem agenda, inquantum ad illa inclinatur, unde et in X Ethic.
dicitur quod virtuosus est mensura et regula actuum humanorum. Alio
modo, per modum cognitionis, sicut aliquis instructus in scientia
morali, posset iudicare de actibus virtutis, etiam si virtutem non
haberet. Primus igitur modus iudicandi de rebus divinis, pertinet ad
sapientiam quae ponitur donum spiritus sancti secundum illud I Cor.
II, spiritualis homo iudicat
omnia, etc., et Dionysius
dicit, II cap. de divinis nominibus, Hierotheus
doctus est non solum discens, sed et patiens divina.
Secundus autem modus iudicandi pertinet ad hanc doctrinam, secundum
quod per studium habetur; licet eius principia ex revelatione
habeantur”Iª q. 1 a. 6 ad 3
6 Que
en el caso del conocimiento profundo de Dios, no es posible
alcanzarse por las vías naturales, sino que requiere el auxilio de
la fe, y finalmente de la gloria para su plenificación.
7
“...amor
est quaedam unio vel connaturalitas amantis ad amatum.” Iª-IIae
q. 32 a. 3 ad 3
No hay comentarios:
Publicar un comentario