Siempre me ha impresionado la frase que dice "somos como enanos en hombros de gigantes". Me hace sentir lleno de gratitud hacia los gigantes que me han precedido y me permiten respetuosamente subirme a sus hombros para ver lejos. El valor de la tradición tan demeritado por la modernidad, lejos de ser un lastre, es un auténtico reto, una oportunidad, una oferta de gran altura, que ciertamente puedo rechazar pero que de hacerlo difícilmente podría elevarme mucho.
En la música, este es un hecho incontestable. Y aplica en general al arte. Ningún gran artista ha sido tan innovador que no se haya dejado inspirar por algún otro. Todos en cierta medida son deudores de los que antecedieron sus pasos. Los grandes compositores siguen siendo fuente de inspiración, de teoría, de técnica y de maestría para los compositores talentosos.
En la música, este es un hecho incontestable. Y aplica en general al arte. Ningún gran artista ha sido tan innovador que no se haya dejado inspirar por algún otro. Todos en cierta medida son deudores de los que antecedieron sus pasos. Los grandes compositores siguen siendo fuente de inspiración, de teoría, de técnica y de maestría para los compositores talentosos.
Rachmaninov se dejó inspirar por el capricho 24 de Paganini, el último de sus caprichos para violín. En estos hombros escaló para componer su convierto # 1 op. 43 para piano y orquesta que tituló "Rapsodia sobre un tema de paganini". Resultó ser también él un gigante... y compuso uno de los conciertos para piano más hermosos en la historia de la música.
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