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miércoles, 7 de marzo de 2012

5. [Ph.] Las tentaciones del filósofo: escepticismo - (II)



¿No faltaría la más grande: escepticismo? me recordaba el día de ayer mi querido amigo y maestro Carlos Ramos. Rápidamente le conteste afirmativamente, señalando al escepticismo como la muerte de la filosofía. A lo que con la misma presteza fui objetado por Jorge Alejandro Espinosa, filósofo y compañero mio en la facultad. 


La objeción fue la siguiente: si el escepticismo es la muerte de la filosofía, ¿porqué hay filósofos escépticos? Esto suscitó un fecundo diálogo. He decidido compartir algunos de los frutos de nuestra charla contextualizando la discusión. 

Una de las precisiones que me pedía Jorge era la de especificar el tipo de escepticismo al que me podría referir con mi contundente expresión. En  primer lugar quisiera definir y delimitar. 

Con escepticismo entiendo la postura intelectual que niega la posibilidad general de conocer la realidad. De modo que implícitamente o niega la capacidad intelectual de aprehender la realidad en sí,  y predicar con objetividad tanto de sus elementos como de sus estados, o niega la estructura inteligible del mundo, o bien ambas. 

Para esta postura todos los discursos serían igualmente válidos - ¿inválidos?- y no habría razones teóricas para preferir uno frente a otro, sino sólo la practicidad, el sentimiento y quizá la voluntad popular. Todos los juicios tendrían la forma de la opinión, no habría ciencia, ni sabiduría, ni conocimientos ciertos. 

O bien siendo más precisos, se trataría de la opción por δόξα y la renuncia a la ἀλήθεια. Sería la renuncia estricta a la επιστεμε a no ser en su carácter pragmático como se ha impuesto en nuestros días. Y respecto a la σοφία, sobre la que versa la filosofía tenemos dos opciones: 1. invalidez total de cualquier pretensión de predicación sobre primeros principios; 2. afirmación del principio escéptico como única σοφία junto con sus consecuencias. 

Aunque estas dos opciones difieren moralmente es decir en el modo práctico de asumir las consecuencias de un postulado teórico (que por otro lado es difícil de sostener), uno en el reconocimiento de la invalidación como punto de llegada y otro como el punto de partida de una determinada actitud intelectual que tendría su realización en la ἀταραξία, desde el punto de vista teórico ambos significan cesamiento. Tal cesamiento es expresado clásicamente con el término ἐποχή.  Y de ahí que haya utilizado la imagen de la muerte.

Es por ello que a la objeción de Jorge respondía así: Es su muerte en cuanto a que significa el "cese" de la "actividad filosófica" en cuanto tal y de sus "pretensiones". Para afirmar el "escepticismo" no pocas veces se recurren a elementos metodológicos "filosóficos" de gran altura que hacen que quién los usa sea tomado por filósofo. Pero el "escepticismo" sería el punto de llegada de una disquisición larga que no permitiría nada más. Y como punto de llegada sería también la "invalidación" de su camino metodológico que por lo menos quedaría en "interdicto". Pero como no existe el escepticismo "en sí" sino filósofos que promueven las tesis escépticas, podríamos hablar mejor de un "sueño profundo" o bien de un "aletargamiento"... ¿por qué? Porque así como el escepticismo es una "tentación" según la sugerencia de Carlos, para el "escéptico" la "verdad" es también su tentación, es su amenaza. Y ahí hay comunión entre el filósofo amenazado por el escepticismo y el escéptico amenazado por la verdad. Y esto no sólo porque en la vida práctica nadie es "escéptico" sino porque los mismos "escépticos" reconocen las dificultades de su elección, del mismo modo que los "filósofos" reconocen las dificultades de su búsqueda y lo delicado de la verdad.
  
Por otro lado es cierto que al menos es válida la distinción entre escepticismo global y escepticismo local. El escepticismo local difiere del global, definido anteriormente, en que su suspensión de juicio versa sobre un objeto específico o sobre un aspecto determinado de la realidad. Además habría que hacer un examen más detenido sobre el escepticismo inicial de Descartes y sobre el escepticismo global de Kant.

Por ahora, no me detengo en ello, sino sólo en un aspecto más de la aportación de Jorge, que tiene que ver con el carácter benéfico en un sentido amplio del escepticismo para la filosofía. En concreto acertadamente me dijo: nos obliga a  demostrar nuestros argumentos. Y en esto estoy totalmente de-acuerdo y vuelvo al tema original, la mayoría de las posturas filosóficas son verdaderas en lo que afirman pero falsas en lo que niegan.  

Es cierto que en el ámbito racional no debe ser tomado por verdadero aquello que no admita una demostración, pero es falso que tales demostraciones sean imposibles.  Y de este modo podemos ver su "beneficio". Su "beneficio" consiste en obligarnos a "demostrar nuestros argumentos" y como tal establece un preclaro "contraste" que es por sí muy valioso. Este contraste es el que "resalta" el valor de la intuición de la verdad.


La metáfora del claroscuro
"Esta viva oposición de la luz y de la oscuridad en el orden intelectual compréndase mejor si reflexionamos un instante en lo que algunos grandes pintores han dicho del claroscuro en el orden sensible. El claroscuro es un término de pintura, que designa una manera de tratar o distribuir en la tela las luces y las sombras, a fin de hacer resaltar más convenientemente las figuras. Los pintores que han preferido la luz, tal como Veronese y muchos artistas de la escuela veneciana, han hecho muy poco uso de él. El fondo del cuadro es en ellos de ordinario casi tan luminoso como el primer  plano, Desde el punto de vista intelectual, algo semejante acaece en las obras filosóficas y teológicas que emplean poco o casi nada el claroscuro intelectual; exponen éstas muy de pasada los errores y las dificultades de los grandes problemas, excluyendo las sombras cuanto les es posible; mas por ese camino, muchas veces no resulta bien destacada la verdad. "GARRIGOU LAGRANGE, El sentido del misterio, p. 123.


El diálogo terminó con la siguiente frase de Jorge: cuando se habla de un claro obscuro a nivel intelectual podemos hablar de verdad y conocimiento porque existen sus contrarios, un punto del cual partir.

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